Habemos muchos admiradores de Roberto Gómez Bolaños, de su vida y obra; admiramos a sus personajes y lo que hicieron por una sociedad mexicana que por los setentas estaba bastante mal económicamente; consideramos que es uno de lo mejores exponentes de la comedia de la televisión en la última mitad del siglo pasado. Pero acaso ¿nos es abusar demasiado de él si se pasa un programa diario del Chavo?
El programa salió del aire hace algunos años y, en Ecuador, Gamavisión repite los episodios hasta el cansancio sin descansar ni siquiera los fines de semana, es más pasa a menudo que para rellenar la pobre programación del fin de semana se pasa el Chavo del 8 hasta dos horas seguidas (4 capítulos demedia hora). Está bien recordar a un grande de la televisión latinoamericana o, por lo menos, mostrar episodios de distintas temporadas; pero, ni eso: un par de temporadas de El chavo han educado a por lo menos tres generaciones en la TV nacional. Basta sintonizar en Gamavisión y darse cuenta que uno se sabe todos los comentarios y bromas de Ron Damón.
Sería justo un descanso para el elenco, algunos de los personajes han fallecido, y por lo menos en su memoria Gamavisión debería darles paz. El prestigio de un programa, un clásico de la TV, es abusado cuando se lleva a la banalización por medio de una repetición burda incansable. El mejor tributo a Roberto Gómez es tratar a su programa con respeto y mesura y no como el relleno a la pobre programación de Gamavisión.
El programa salió del aire hace algunos años y, en Ecuador, Gamavisión repite los episodios hasta el cansancio sin descansar ni siquiera los fines de semana, es más pasa a menudo que para rellenar la pobre programación del fin de semana se pasa el Chavo del 8 hasta dos horas seguidas (4 capítulos demedia hora). Está bien recordar a un grande de la televisión latinoamericana o, por lo menos, mostrar episodios de distintas temporadas; pero, ni eso: un par de temporadas de El chavo han educado a por lo menos tres generaciones en la TV nacional. Basta sintonizar en Gamavisión y darse cuenta que uno se sabe todos los comentarios y bromas de Ron Damón.
Sería justo un descanso para el elenco, algunos de los personajes han fallecido, y por lo menos en su memoria Gamavisión debería darles paz. El prestigio de un programa, un clásico de la TV, es abusado cuando se lleva a la banalización por medio de una repetición burda incansable. El mejor tributo a Roberto Gómez es tratar a su programa con respeto y mesura y no como el relleno a la pobre programación de Gamavisión.